5 de Septiembre. Ni bien llegué a La Macarena reservé el boleto de regreso para asegurarme de ir en la cabina, estaba disponible el puesto 2 que es el lugar del acompañante, la hora de salida 9 de la mañana. Cuando estaba saliendo pasa Diego, el chico de la moto sin luces, y se ofrece a llevarme, hacemos una última pasada por el pueblo.
Carolina, la guía, pasa a despedirse.
Mientras espero la salida de la camioneta veo dos nenas mirando un video en un celular, esto junto con algo que me llamó la atención en la ruta varias veces, que fue unos Kioscos Digitales en el medio de la nada, me hacen reflexionar sobre el terrible impacto de internet en la vida de las personas y en las infinitas posibilidades de avance en la educación de la humanidad. De hecho una de las cosas que más me llamó la atención en Colombia es que en todos los pueblos en la montaña, por más chicos que sean, tienen una escuela con acceso a internet.
Lo anterior sumado al andar por una zona donde estuvieron operando las FARC; ver el respeto de la gente hacia los soldados en "los retenes", en dos ocasiones mientras pasaba por uno escuche saludarlos con "Hola mis héroes", me hicieron reflexionar en que hace apenas 75 años que terminó la Segunda Guerra Mundial. Creo que hemos avanzado a pasos agigantados, aprendemos muy rápido, la tecnología ha producido cambios increíbles, agradezco haber nacido en este tiempo y poder presenciar todo esto. No me cabe duda nuestro mundo está mucho mejor.
Llegó la hora de salida, subo a la camioneta, en el asiento de atrás suben tres personas un hombre, una mujer, y un chico joven, este último sube tosiendo, con barbijo, ni bien se sienta nos explica que hace dos años le dió tuberculosis y que va para hacerse atender en el hospital de San Vicente porque siente que los pulmones le van a estallar, por suerte viajamos con los vidrios abiertos.
En el camino al pasar por una casa nos paran para llevar una cama y un colchón a otra casa. Las camionetas no solo llevan pasajeros, llevan carga de todo tipo, envíos de dinero y todo lo que se les pueda ocurrir, este tipo de servicio se torna imprescindible en la zona.
Hacemos un alto para almorzar.
En otra parada pido para pasar al baño y puedo apreciar el interior típico de una casa.
Con algunas soluciones simples pero efectivas.
Tanto de ida como de vuelta pasamos por una cabina de peaje oficial que se cobra para el mantenimiento de la "picada".
Llegamos a San Vicente a las 16 hs. voy al hotel, me encuentro con Luz (la recepcionista), encuentro la moto y las cosas que había dejado embolsadas sin novedad. Ordeno todo como para salir al otro día, descanso un rato, voy a caminar por el pueblo, ceno, al llegar al hotel quedo con Luz que nos vemos a la mañana para dspedirnos, ella va a llegar a las 8 hs.
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